El semanario británico sostiene que Argentina sufre de un “narcisismo adolescente” que lo lleva a “romper las reglas”.
El semanario británico The Economist comparó hoy a la Argentina con el futbolista uruguayo Luis Suárez, quien mordió a un jugador del equipo contrario en el Mundial de Fútbol, y dijo que el país sufre de un “narcisismo adolescente” que lo lleva a “romper las reglas”.
El artículo, titulado “Argentina es el Luis Suárez de las finanzas”, traza un paralelismo entre la conducta del jugador uruguayo y la del país en relación con las normas de la economía mundial, y para enlazar el razonamiento critica también de paso al presidente de Uruguay, José Mujica.
The Economist critica a Mujica por la defensa que hizo del delantero Suárez, al señalar que el presidente uruguayo alegó conspiraciones, sanciones excesivas y adujo que la conducta del jugador se trató de una “travesura infantil”.
Por esto último, The Economist dijo que existe “una especie de narcisismo adolescente para el que está muy bien romper las reglas que no gustan, en la creencia de que uno se va a salir con la suya”. “Y si no lo hace, bueno, no es justo porque el mundo está en su contra. Hay un término argentino que refleja al menos parte de esta forma de pensar: ˜viveza criolla˜”, agrega The Economist. Precisamente, el artículo dice que la “viveza criolla ha sido un sello distintivo de la política económica argentina bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y su difunto esposo y antecesor, Néstor Kirchner”. “La idea de que Argentina podía manejarse con sus propias reglas y no por las de la economía del resto del mundo fue simbolizada en la negación del impacto inflacionario de sus políticas expansivas por toquetear el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Mientras tanto, los Kirchner culpaban al FMI para todos los problemas del país”, consignó el texto. The Economist agrega que un cierto “solipsismo” se aplica también al manejo que ha hecho el gobierno al respecto de los holdouts que han llevado al país al borde de la quiebra por segunda vez en una docena de años.
El artículo reconoce que “Argentina no tuvo más remedio que reestructurar su deuda a los tenedores de bonos -muchos de los cuales habían sido generosamente recompensados por el riesgo de default- después que la economía se desplomó en 2001-02”. The Economist recordó que la negativa de la Corte Suprema de los Estados Unidos de aceptar la apelación contra una sentencia de primera instancia en Nueva York que obliga a la Argentina a pagar en su totalidad al 8 por ciento de los tenedores de bonos que rechazaron los canjes de 2005 y 2010 significa que no tiene ninguna alternativa práctica que negociar con los fondos litigantes. Y mencionó que el juez Thomas Griesa dictaminó el 27 de junio que, en ausencia de un acuerdo entre la Argentina y los holdouts, “es ilegal” el depósito de 539 millones de dólares que el país hizo en la cuenta del Bank of New York Mellon para pagar a los bonistas reestructurados.
The Economist dijo que muchos analistas independientes pueden estar de acuerdo con la visión de Cristina Fernández sobre los “fondos buitre” y con que la interpretación que Griesa hizo de la regla del pari passu socava el sentido común, el sistema financiero mundial y la idea de que será más difícil que Nueva York sea sede de futuras reestructuraciones de deuda.
“Pero esto ignora la insistencia exclusiva de Argentina de vivir según sus propias reglas”, comentó el artículo. The Economist cita la reestructuración hecha por Uruguay, que no sufrió demandas en los tribunales por parte de los acreedores, y dijo de Argentina que al tomarse tanto tiempo para reestructurar, entre otras acciones, lleva a pensar que la interpretación del pari passu de Griesa parece coherente.
“¿Cómo se explica este rasgo cultural, que es más marcado en Argentina, pero que está presente en menor medida en muchos países de América latina?”, se pregunta el semanario inglés y ensaya la respuesta de que “algunos podrían atribuir a la condición ˜post-colonial˜ de la región”. Sin embargo, juzga que “si es así, después de 200 años desde la independencia, es el momento de crecer. La cuestión es trabajar para cambiar las reglas injustas, en lugar de ignorarlas”.
“Otros podrían decir que es simplemente parte de la debilidad del Estado de Derecho en América latina”, arriesga el artículo. “Incluso la Sra. Fernández parece que quiere que el país se reinserte en el mundo. Las reservas de divisas (del Banco Central) de la Argentina están en un mínimo de siete años. Y ella tiene la intención de llegar al final de su mandato el próximo año sin crisis. Como el señor Suárez lo descubrió, romper las reglas tiene su riesgo. Tarde o temprano, la realidad encuentra la manera de ˜morder˜ de nuevo”, concluyó
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