Lo que el mismísimo Augusto Roa Bastos logró recién en décadas de trabajo, lo consiguió Nelson Aguilera, con la ayuda de María Eugenia Garay, en mucho menos tiempo. Roa sumó años de exilio y numerosos libros publicados para conseguir ser conocido en su propio país. El autor de “Karumbita, la patriota”, lo obtuvo en un día, al convertirse en el primer escritor paraguayo acusado de plagiar la obra de una colega.
Fuente: La Nación, Paraguay. Milia Gayoso Mansur
Aguilera, condenado a dos años y seis meses de cárcel, por la acusación de plagio realizada por Garay, consiguió tal movimiento de solidaridad y adhesión que no hubiera logrado ni si ganaba el Premio Nobel de Literatura.
Incredulidad, tristeza, impotencia… son apenas algunos de los sentimientos experimentados por la gran mayoría de sus colegas, sus lectores, sus alumnos, maestros y ciudadanía en general, con esta condena.
Ya corrieron ríos de tinta y de tecleos sobre el caso, también especulaciones sobre qué motivó a María Eugenia Garay Zuccolillo, nieta de Eugenio A. Garay, madre de dos jovencitos adorables, excelsa poetisa y otros atributos más, a acusar de plagio al “papá” de Karumbita. Envidia, dicen algunos: Porque ella no logró ser publicada por una casa editorial tan importante como Alfaguara, porque Aguilera tiene varias obras que son recomendadas por el Ministerio de Educación, porque la sencilla tortuguita y sus historias se vendían como pan caliente, o porque ella tiene abolengo y no trasciende y él es un “negrito” que triunfa, entre otras razones.
Pero los mal pensados tenemos otra teoría: hay una mano negra detrás de ella, alguien que la azuzó, que la instigó a realizar esta acusación tan descabellada. Alguien le hizo “chúmbale”, y le dijo algo así: “Mirá María Eugenia, ¡Ese caradura de Nelson Aguilera plagió tu obra!”, y ella entró en esta vorágine que la está por devorar.
¿A quién le molesta el éxito de Nelson Aguilera? Existe una persona a quien el trabajo de este docente y escritor paraguayo le incomodó, pero no a causa de su trabajo literario, sino con sus manuales escolares y para docentes, como
“Comprensión lectora”, “Literatura interactiva”, “Mi primer libro de lectura”, “Mbaéichapa mitãmi” (fichas didácticas), “Mi pedagogía del amor” y muchas obras más que son utilizados masivamente en colegios e instituciones de formación docente de todo el país.
Esa persona, perjudicada en su bolsillo y su ego, incitó de manera inmisericorde a Garay, y ella se dejó llevar hasta autoconvencerse de que realmente inventó la historia y es dueña de ella.
Sin embargo, María Eugenia Garay utilizó un título para nada original para su obra supuestamente plagiada: “El túnel del tiempo”. Existe un libro de Leinter Murray con ese título, también una película y una serie televisiva; en cuanto a los viajes en el tiempo, ya H.G. Wells lo trató en su texto “La máquina del tiempo”, y existen decenas de filmes que se basan en el tema como “Viaje al futuro” y “La casa del lago”. Como dijo Alcibiades González Delvalle, desde Homero, todos los escritores hemos estado escribiendo y reescribiendo sobre apenas diez temas, o doce, diría yo, para agregarle los temas sociales contemporáneos. Entonces, ser original es casi una utopía, pero se puede ser diferente… y lo que es mejor, ser buena gente. Eso hace la diferencia.
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