Miles de menores se prostituyen en las grandes ciudades del país, donde se teme un incremento de la demanda ante la llegada de miles de turistas este mes.
Las autoridades brasileñas invierten millones de dólares en el Mundial de la FIFA, que se prevé que será el más espectacular en la historia del campeonato. Sin embargo, también las mafias se preparan para sacar provecho del evento deportivo. Entre ellas, la del tráfico de personas y la prostitución, que afecta aún a chicas y chicos menores de edad.
Es por ello que críticos y activistas alegan que esta inversión social no se compara con el exorbitante costo para preparar el Mundial y que no hay políticas públicas coherentes para combatir un problema que -se anticipa- aumentará con el inicio del torneo de fútbol y la llegada de numerosos turistas sexuales convencidos de que podrán actuar con impunidad.
Las comunidades marginadas en Brasil están atrapadas en un círculo vicioso de pobreza, violencia y drogas, la “fábrica donde comienza la prostitución”, explica a la BBC Andrew Fanstone, miembro de Iris Global, un proyecto de asistencia en las favelas. “Muchos de los niños ven a sus familiares involucrados en ese negocio. Madres y abuelas recurriendo a la prostitución. Se vuelve una manera de vida, se normaliza”, dice Fanstone.
En Recife, por ejemplo, una pujante ciudad costera en el noreste del país, se calcula que uno de cada cuatro menores se prostituye.
Esa normalización es lo más alarmante para Liliam Sá, presidenta de la primera comisión parlamentaria sobre la niñez explotada, que viajó a las doce ciudades sedes del Mundial durante sus investigaciones.
“Vamos a recibir a millones de turistas en todo Brasil, algunos de los cuales vendrán acá con una idea preconcebida sobre Brasil que les fue vendida: que el sexo con menores es fácil”, dijo la diputada. “Lo que hemos visto en nuestros viajes nos dejó estupefactos, porque la explotación sexual y el turismo sexual son visibles en Brasil de forma endémica y creciente”.
La diputada Sá es severa con el gobierno, pues dice que no ha instituido políticas reales de inspección y prevención. También critica a las fuerzas del orden por su indiferencia, si no complicidad, con el problema.
“Descubrí que la propia policía encubre a estos explotadores, los proxenetas, que pulula la impunidad y también hay una falta de supervisión de parte del estamento judicial”.La policía, por su parte, niega estas acusaciones y asegura que está dedicando muchos recursos y efectivos a combatir la prostitución infantil.
En lo que sí parece haber acuerdo es en el temor de que, con la llegada del Mundial, el problema de los niños y adolescentes que venden sexo podría exacerbarse.
“Este tipo de explotación sexual es una cruel manera de arrebatarle a un menor su niñez y sus sueños”, concluye la parlamentaria. “Son vidas perdidas”.
Son tantos los casos de niños en estas circunstancias que no es difícil encontrar testimonios. La BBC cuenta, entre otras, la historia de Joyce. “Va a haber muchos jóvenes vendiendo sexo. Muchas de mis amigas salen a hacer eso. Niñas de 10, 11 años. Hasta niñas de nueve años están saliendo a ofrecer sexo por dinero”, dice la joven de catorce años. “Un hombre me golpeó (muestra una cicatriz), me hizo daño porque yo no quería hacer algo que me pidió. Este no es un lugar para mí, quiero salir de aquí. Cuanto más rápido, mejor, para que no tenga que hacer esto más. Quiero mejorar mi vida, estudiar, seguir cursos y tener una vida normal”.
Fuentes: BBC Mundo, RTE
Editado por: Protestante Digital 2014
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