El ministro de Relaciones Exteriores del gigante asiático inicia una gira por La Habana, Caracas, Buenos Aires y Brasilia para fortalecer las relaciones políticas y económicas.
China quiere reforzar sus vínculos políticos y económicos con Latinoamérica, no solo para comprar sus materias primas e invertir en ellas, o para exportarle manufacturas sino también para conseguir contratos de obras públicas a cambio de financiación. Es así que este domingo el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, comenzó en Cuba una gira latinoamericana que también lo llevará esta semana a Venezuela, Argentina y Brasil. Wang prepara el terreno para la visita del presidente de su país, Xi Jingping, de julio próximo a La Habana y Fortaleza (Brasil), donde se celebrará una cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner quiere que Xi también recale en Buenos Aires.
En su primer viaje a América como presidente chino, Xi eligió el año pasado a EE UU, la petrolera Trinidad y Tobago, México y Costa Rica (estos dos últimos países son miembro y candidato a serlo de la Alianza del Pacífico). En cambio, la actual gira del ministro de Exteriores constituye una apuesta por tres de los cinco países de Mercosur (Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay y Paraguay) y uno que integra junto con Venezuela el eje bolivariano, Cuba, cuyos gobernante Partido Comunista ha mantenido una histórica relación con su homólogo chino. Son tiempos en que la Alianza del Pacífico (que también integra a Colombia, Perú y Chile) procura mostrarse como la novedad de la integración latinoamericana, con libre comercio hacia EE UU y la Unión Europea, mientras el más antiguo Mercosur dirime diferencias internas, insiste por enésima vez en negociar una asociación con la UE y lejos está de cualquier arreglo económico con la superpotencia. En ese contexto, China estrecha lazos con el bloque del Atlántico, más prot
eccionista y con algunos países sin acceso a los mercados internacionales de deuda, como Venezuela y Argentina, aunque no por ello descuida sus vínculos con el Pacífico, donde ha sellado ya tratados de libre comercio con Chile, Perú y Costa Rica.
La portavoz del ministro de Exteriores chino dijo antes del viaje que la actual gira busca fortalecer los intercambios de alto nivel, impulsar la cooperación “pragmática” y reforzar los intercambios. “El propósito es muy claro. En años recientes, China ha alcanzado un gran éxito en sus relaciones con América Latina. La cooperación está en el interés de ambos, que deseamos llevar las relaciones a un nivel superior”, dijo la portavoz.
A partir del alto crecimiento de China, ahora un poco desacelerado, y la expansión de la clase media de ese gigante de 1.300 millones de habitantes, desde 2002 comenzó a aumentar su demanda de materias primas y, por consiguiente, los precios, para beneficio de los países exportadores, como los sudamericanos. A su vez, Latinoamérica elevó sus importaciones de manufacturas chinas, aunque algunos de sus Gobiernos, como los de Fernández y la brasileña Dilma Rousseff, han planteado que el intercambio no puede reducirse a un trueque de productos básicos, como minerales, petróleo y granos, por elaborados. Hasta ahora no ha habido solución a este problema. Argentina y Brasil han impuesto barreras a importaciones chinas. Pero entre 2002 y 2012 el comercio bilateral se ha duplicado hasta alcanzar los 261.200 millones de dólares. China es el principal destino de las exportaciones de Brasil, Venezuela, Chile y Perú y el segundo de las de Argentina.
Primero China compró materias primas y después, las empresas que las fabrican. Es así que desde 2009 compañías estatales con cotización en bolsa fueron adquiriendo activos mineros, petroleros y algunas tierras, no sin despertar resquemores en países que han limitado la compra de campos por parte de extranjeros, como Brasil y Argentina. Las empresas chinas también han invertido en industrias en países en los que encontraban dificultades para abastecer con sus exportaciones, como el gigante sudamericano, y han ganado diversos contratos públicos para construir centrales eléctricas o proveer de trenes. Estos arreglos han sido enmarcados en acuerdos entre los Gobiernos y por eso es que Pekín no fomenta solo las relaciones económicas sino también las políticas. Además, les ofrece a los países latinoamericanos financiación para esas compras gubernamentales. Son beneficios que no otorgan EE UU o la UE.
El 13% de las inversiones chinas en el extranjero ha ido a Latinoamérica en 2013, unos 80.000 millones de dólares, sobre todo para proyectos de infraestructura. Algunas inversiones chinas también están guiadas por el interés por conocer tecnologías latinoamericanas, como las de las petroleras CNC y CNOOC en el campo marítimo brasileño Libra en asociación con Petrobras, que llevas décadas desarrollando exploración y producción en las costas.
A su vez, China presta más a la región que la suma de los créditos que le otorgan los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo (BID). Los bancos públicos del gigante asiático han desembolsado por aquí unos 85.000 millones desde 2005, la mitad de ellos en Venezuela y el resto, en diversos países como Argentina, Brasil, Ecuador y Cuba. Estos dos últimos países tampoco cuentan con acceso a los mercados internacionales de deuda, aunque el Gobierno de Rafael Correa está de cerca de volver a lograrlo.
El ministro Wang comenzó su visita a La Habana con un encuentro su par cubano, Bruno Rodríguez. “Entre China y Cuba hay profundas coincidencias en los temas de la agenda internacional”, destacó Rodríguez. Wang, que también se reunió con el presidente cubano, Raúl Castro, rechazó el embargo que EE UU impone a la isla desde 1962. China y Latinoamérica comparten en general diversas posiciones sobre política global, como el principio de no intervención en asuntos de terceros países o la reclamación de un mayor poder de los emergentes en instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Avanzan rápidamente las relaciones entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) y China”, añadió Rodríguez. Este año ya se celebró un foro CELAC-China en Pekín.
Wang continuará su viaje el lunes y martes por Venezuela, justo en momentos en que este país caribeño se encuentra en pleno diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición para rebajar la tensión política que violenta las calles. Maduro, que recibirá a Wang, viajó en septiembre pasado a China para seguir tejiendo las relaciones que había cultivado su antecesor, Hugo Chávez.
Buenos Aires será la escala del ministro oriental el miércoles. Allí se reunirá con Fernández. Ese mismo día se estrenarán 160 vagones hechos en China en una línea de trenes de cercanías de Buenos Aires. Después del accidente ferroviario en el que en 2012 murieron 51 personas en la capital argentina, el Gobierno de Fernández ha buscado solucionar el problema de los trenes vetustos con órdenes de compra de locomotoras y vagones de China, que ha financiado las operaciones. Este año se renovará buena parte del material ferroviario de Argentina, en lo que constituye la gran jugada del ministro del Interior y Transporte de este país, Florencio Randazzo, en su sueño por alcanzar la presidencia de la República en las elecciones de 2015. Además, China construirá y financiará dos centrales eléctricas en la provincia sureña de Santa Cruz, la de los Kirchner, por más de 2.300 millones de dólares. Una de las centrales llevará el nombre del expresidente argentino Néstor Kirchner (2003-2007).
Wang terminará la gira el jueves con Rousseff. Pekín está interesada en los planes de desarrollo industrial de Brasil y en contratos, como el que la eléctrica PowerChina consiguió recientemente para construir una red de transmisión en el estado norteño de Pará por 156 millones. Todo Mercosur está interesado en China, aunque al mismo tiempo está definiendo este mes una oferta conjunta para presentarle a la UE en un nuevo intento por liberalizar el comercio. Después del reciente lanzamiento de la Alianza del Pacífico como zona de libre comercio, Mercosur también mueve fichas.
Fuente: El País
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